Había preparado concienzudamente el cumpleaños de mi pareja, quería sorprenderle con algo que nunca hubiese creído que yo fuese capaz de hacer, algo que posiblemente sí había soñado pero que nunca pensó que se haría realidad, para ello había buscado en internet todas las noches cuando él se iba a dormir y me había empapado sobre la cultura japonesa, ya sabía distinguir entre una maiko y una geisha, sus costumbres y sus tradiciones.
Había decidido regalarle un nyotaimori (女体盛り), y para ello debía contratar a una geisha para que todos nuestros amigos pudiésemos comer de su cuerpo, la única condición era que sólo podría utilizarse la boca, mis amigos ya lo sabían, el único sorprendido quería que fuese Luis.
Días antes había ido a un restaurante japonés y me había puesto en contacto con Yukina, ya sabía que no contrataba a una geisha de verdad, pero era lo más cercano que había encontrado en Madrid. Le expliqué cuál era mi deseo y que ante todo no debía asustarse de lo que allí sucediese, que era una cena erótica y sexual.
Yukina al explicarle qué había pensado, sonrió e hizo algunas modificaciones para que fuese más erótico todavía, sólo pedía una cosa, no iba a cobrar el servicio de geisha, puesto que ella sólo había sido una maiko (aprendiz de geisha), pero quería que hasta el postre, la cena fuese una cena occidental y ella fuese una amiga más invitada al cumpleaños. Yo me sorprendí bastante por aquello, pero quería que la sorpresa saliese bien, así que no puse ninguna objeción.
El sábado por la mañana yo me dediqué a preparar todo para la cena, Luis no iba a llegar a casa hasta la noche, así que no tenía problema de ser descubierta. La cena en sí no era lo importante, la sorpresa era el postre, así que fui a comprar la frutas más exóticas, chocolate fundido que había encargado y nata montada. Compré también varias botellas de cava, con la idea no sólo de comer sobre Yukina, sino también de beber.
Por la noche, yo estaba bastante nerviosa, era un regalo arriesgado y efímero, si le gustaba, sería una imagen que no olvidaría, pero si no le gustaba, sería un fiasco para él, pero sobre todo para mí.
Luis pensaba que nos íbamos a cenar a ese restaurante que vamos siempre, así que vendría directamente después del partido para pegarse una ducha y marcharnos, y en ese momento sería cuando nos encontrase a todos en casa.
La primera en llegar fue Yukina, había cambiado de idea y pensado que no era conveniente que estuviese en toda la cena porque Luis se extrañaría y había pensado que sólo necesitaba una habitación y un baño para prepararse mientras nosotros cenábamos. Así que la llevé directamente a nuestra habitación, a Luis le diría que no entrase, que no me había dado tiempo a ordenarla y no quería que ninguno de nuestros amigos la viese así.
Yukina traía una maleta y una funda de traje en la que imaginaba que llevaba el kimono. Ya venía peinada para la ocasión, había estado preparando esta cena como algo personal. Como yo tenía ya la cena lista y sólo me quedaba preparar las frutas, le pedí que si me dejaba ver como se preparaba, no se trataba de ver como se ponía el kimono, sino de todos los rituales que están alrededor de ese momento.
Al salir de la ducha, le acerqué una toalla y fue preparando todo lo que necesitaba, me iba explicando que el maquillaje debe ser perfecto, cubrir la cara de blanco y la nuca, centro erótico para los nipones, los labios los pintó con un pincel y después le dio brillo con agua con azúcar por encima. Mientras ella se pintaba, yo la miraba con esa mirada de sorpresa, de aprendizaje, de deseo en algún momento. Comenzó a ponerse adornos en el pelo y mientras lo hacía tarareaba una canción, era un ritual que nunca pensé que vería.
Mis amigos empezaron a llegar, dejé a Yukina en la habitación, y comenzó un rencuentro con amigos que hacía tiempo que no coincidíamos, esa también era parte de la sorpresa para Luis. Nos pusimos al día enseguida. A las diez de la noche llegó Luis, su cara al ver a sus amigos fue no sólo de sorpresa sino también de alegría, su mirada cómplice con la mía me dijo lo suficiente para saber que le estaba gustando su cumpleaños.
La cena transcurrió llena de anécdotas, risas, más risas, Luis era el protagonista de cada anécdota, pero lo que a mí me importaba era que el postre fuese inolvidable. Preparé la fruta en cuencos, para que cuando Yukina llegase, no transcurriese mucho tiempo en la preparación.
Apagué la luz y fui a buscar a Yukina, al oído me susurró, tranquila, le gustará. Luis no tenía ni idea de lo que le esperaba. Llevaba a Yukina de la mano y la guié hasta el salón. Era el momento de ver la cara de Luis y encendí la luz. Luis se quedó mirando a Yukina que se encontraba haciendo la reverencia en muestra de saludo, Luis me miró y su cara lo decía todo.

Yukina en ese momento al notar la lengua no pudo reprimir un gemido que volvió loco a Luis y a mí, nuestros amigos estaban muy excitados y habían comenzado a desnudarse, Luis al verlos hizo lo mismo y entonces se me ocurrió algo, tapé los ojos de Yukina con un antifaz y al oído le susurré:
- Nos has observado a todos, te dije que podía pasar cualquier cosa en esta cena. Debes adivinar qué polla es la de Luis y qué coño es el mío.
Yukina sonrío y asintió con la cabeza, estaba tan excitada como todos nosotros y ya no había marcha atrás. Comenzó un nuevo juego y fuimos chupando sobre el cuerpo de Yukina, algunos pasaban la polla por el chocolate que quedaba en su cuerpo y se lo ofrecían a ella en la boca, Yukina chupaba, lamía, saboreaba el chocolate. Ya no permanecía inerte, su cabeza, su boca, sus manos querían tocar, sentir. Luis seguía comiéndole el coño, no separaba su lengua de allí, mientras miraba a todos sus amigos como metían sus pollas en la boca de Yukina y en la mía. Rosa, mi mejor amiga se encontraba fuera de sí y se subió en la mesa, se puso encima de la cabeza de nuestra invitada, mientras sus manos acariciaban las pollas de su marido y del mejor amigo de Luis, esa imagen sería inolvidable para mí, y no pude reprimirme y la comencé a besar la boca, mientras varias manos recorrían mi cuerpo. Una de esas manos era la de Yukina que fue directamente a mi coño y empezó a masturbarme, mis gemidos eran ahogados por la boca de Rosa y al oir mis gemidos, Luis se acercó y participó en ese beso, tres lenguas unidas y mucho deseo.
- Creo que encontré lo que buscaba desde que he llegado a esta mesa, la polla de Luis y tu coño.
Rosa había pasado al sofá y estaba siendo follada por su marido y por Carlos, el mejor amigo de Luis, mientras Luis y yo nos encargábamos de que Yukina se fuese de la cena con el placer de habernos conocido.
Luis durante mucho tiempo recordó este cumpleaños como algo especial, no fue la única fantasía que cumplimos juntos, pero sí la más oriental.
9 comentarios:
Me ha encantado Rachel.
Lleno de erotísmo y dulzura al mismo tiempo. Estupéndamente narrado.
Un beso guapa.
Elia.
Muchas gracias Elia. Un besito.
mmmm te superas cada vez mas... ya te lo dije ayer, me ha encantado, sensual, erotico... GENIAL.
mil besos
Rachel como siempre un placer leerte, me ha encantado el toque oriental.... muy bueno.
Un beso, Dafne
me encanta raquel esta divino.. es muy sensual y tiene un erotismo muy propio y mucha dulzura
Muchas gracias, era mi intención, dulzura, erotismo y sensualidad, si lo he conseguido al menos un poquito, me doy por satisfecha.
A ver, organización, a la próxima fiesta nos dejamos de cervezadas y de gaitas, y hacemos una cena oriental.
Quien será el plato principal, lo decidirán nuestros lectores en un "reto a muerte", jajajaja.
Genial Rachel consigues que le entre a una "hambre"
¿Sabías que eres una mezcla perfecta de pasión, lujuria ciega e inocente dulzura...?
¿Cómo es posible ese coctail? ¡Menuda borrachera... ha de producir...!
El relato derrocha sensualidad y morbo. ¿Acaso has sido geisa en otra vida, querida Rachel?
Uuufff fantástico, me he quedado sin palabras!
Felicidades guapa!
Un beso
Paco01
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